Dentro de cada ser humano debería habitar un chrononauta, un marinero del tiempo. Indagar en la historia de la humanidad serviría para abrirnos más a entendernos. Y esto se convierte en una necesidad casi imperativa cuando hablamos de nuestra propia vida. Conocernos es indagar en nuestra historia y vernos y reconocernos en lo observado. Y si ese conocimiento llega, entonces somos más consecuentes en nuestros actos, más críticos pero más compresivos con nuestros errores y nuestros aciertos.
Un saludo a los chrononautas.
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