sábado, 11 de junio de 2011

El imperio y la paz a discusión

No son sólo los críticos de hoy quienes cuestionan la bondad de Obama cuando habla de "extender la paz".
Ya el escritor latino Tácito puso unas palabras precisas en boca de uno de los que lucharon contra el imperio romano. Se trata del jefe de los pictos o escotos (pueblo de la actual Escocia) llamado Calgacus:

Raptores orbis, postquam cuncta vastantibus defuere terrae, mare scrutantur: si locuples hostis est, avari, si pauper, ambitiosi, quos non Oriens, non Occidens satiaverit: soli omnium opes atque inopiam pari adfectu concupiscunt. Auferre trucidare rapere falsis nominibus imperium, atque ubi solitudinem faciunt, pacem appellant.

"Saqueadores del mundo, cuando les faltan tierras para su sistemático pillaje, dirigen sus ojos escrutadores al mar. Si el enemigo es rico, se muestran codiciosos; si es pobre, despóticos; ni el Oriente ni el Occidente han conseguido saciarlos; son los únicos que codician con igual ansia las riquezas y la pobreza. A robar, asesinar y asaltar llaman con falso nombre imperio, y paz al sembrar la desolación" 

(Cornelio Tácito, Agrícola, Madrid: Gredos, 1988, p. 80)

miércoles, 8 de junio de 2011

Un abrazo entre Grecia y España


Una videoconferencia entre dos plazas, la canción El Pueblo Unido Jamás Será Vencido, y...

Añado aquí unas palabras del helenista Pedro Olalla

"Ayer, en Atenas, Tesalónica, Patras, Volos, Heraclio, Ioannina y otras ciudades griegas, la gente se echó a la calle movilizada inesperadamente por las virulentas redes sociales. Sin duda, la experiencia de España ha servido de acicate, y los griegos lo han reconocido abiertamente. Y en una ciudad habituada a manifestaciones diarias, la de ayer resultó extraordinariamente fresca y nueva: espontánea, masiva, heterogénea, sin color partidista, sin provocaciones violentas, sin gases lacrimógenos, firme y decidida. Ayer estuvimos en Sintagma hasta bien entrada la noche. Y hoy vamos a volver.

Hay muchas razones para salir a la calle, y haré el esfuerzo de enumerar algunas aunque parezcan conocidas y evidentes, porque es sabido que las ideas más progresistas no peligran tanto cuando su defensa resulta arriesgada como cuando resulta tediosa.

Hay que salir a la calle porque nuestros políticos, con la presión y con la connivencia de los monopolios del poder y del dinero, están desmantelando el país y el sistema democrático a espaldas de la ciudadanía.

Hay que salir a la calle porque tenemos que llevar la “crisis” más lejos de lo que esperan quienes la han creado para explotarla en su provecho; porque tenemos que llevarla hasta un verdadero punto de inflexión que rompa el juego; y porque, si no lo hacemos, todos los esfuerzos y sacrificios que se nos exigen “para pagar la deuda” contribuirán únicamente a perpetuar un sistema perverso y nunca a subvertirlo.

Hay que salir a la calle porque lo que aquí ocurre no es una simple crisis de carácter local y pasajero, sino un ataque económico global frente al que es necesario globalizar también la resistencia solidaria.

Hay que salir a la calle para romper el miedo y la inacción, para hablar y escuchar, para inventar nuevos cauces de expresión para la voz de la ciudadanía y para que esa voz pueda llegar a convertirse en acción política.

Hay que salir a la calle para hacer avanzar la democracia, para proponer y defender ideas progresistas que puedan parecer mañana derechos incuestionables.

Hay que salir a la calle porque la democracia en un proyecto in fieri al que hay que ayudar a crecer y cuyas conquistas hay que defender cada día que amanece.

Hay que salir a la calle porque la verdadera revolución de la democracia –y su sentido último– es liberar a los hombres de su condición de simples súbditos y elevarlos a la de ciudadanos, a la de portadores conscientes y activos de la esencia política de la sociedad.

Y hay que salir a la calle porque –no nos olvidemos– la democracia es un frágil sistema basado en la virtud de los ciudadanos, y sin esta virtud el sistema carece de base.

Nos vemos en la plaza"